La práctica de actividad física engloba distintas etapas que pueden llevar asociados riesgos dependiendo del nivel en que la persona incluya su desempeño. Diferenciamos 4 fases de desarrollo en evolución y ascendente, las cuales son:
- Primera fase: La actividad física se realiza exenta de motivación. El único argumento es social o un primer intento por mejorar la salud. El cuerpo no demanda actividad como tal, pero la persona decide efectuarla.
- Segunda fase: Cuando la rutina de trabajo se convierte en hábito. El cuerpo empieza a demandar hacer ejercicio. La persona se encuentra cómoda y motivada haciendo la actividad. Regula su intensidad, controla postura y respiración. Se tiene control sobre la actividad y se modera en armonía con el organismo.
- Tercera fase: Cuando el hábito del ejercicio se transforma en una superación de objetivos y de rendimiento. La persona desea más intensidad u otras metas. El cuerpo demanda más vigor o tiempo de trabajo. La actividad física saludable se transforma en rendimiento físico y se establecen nuevos retos.
- Cuarta fase: El individuo se encuentra en la cuarta fase cuando la actividad manda sobre la mente y el control consciente de la persona. Esta fase la considero de difícil retorno. Implica rendimiento y competición, ya sea amateur o de élite. La tendencia siempre será hacia el alto rendimiento, superación de marcas, ser mejor que otros, o el mejor… La vida de la persona y sus expectativas se centran en exclusividad en la actividad o deporte. Esta fase puede resultar peligrosa sin supervisión profesional adecuada. Puede provocar desajustes físicos, psíquicos, fisiológicos y emocionales.
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